El veterano cineasta londinense será el invitado estelar de la nueva versión del Festival In-Edit Nescafé. En esta entrevista rememora algunas de las historias que inspiraron sus documentales: desde su amistad con John Lennon hasta el dolor más profundo de Maria Callas. Guillermo Tupper.
(Artículo publicado en el cuerpo Vidactual de El Mercurio. Diciembre del 2015)
En 1963, Tony Palmer era miembro de “Varsity”, el periódico de la Universidad de Cambridge, y asistió a una conferencia de prensa de una banda nueva que ya sumaba dos número uno. ¿Su nombre? The Beatles. “Después de la conferencia, John Lennon se acercó y me dijo: ‘¿por qué no hiciste ninguna pregunta?’ Y le respondí: ‘La verdad es que pensé que todo era bastante tonto’. Le conté que estudiaba Ciencias Morales. Él se rió, y me dijo: ‘Eso es bastante tonto’”, recuerda. “John quería que le mostrara la universidad, y para que no lo reconocieran, se disfrazó con una barba falsa y ridícula. Le mostré la famosa capilla del King’s College, y lo que más le interesó fue la biblioteca de Wren. Él siempre sintió que había omitido su educación formal; era una pérdida real en su vida”.
Tras finalizar su gira con los Beatles, Lennon le entregó un papel con su número de teléfono y le dijo “llámame cuando viajes a Londres”. Palmer recién lo hizo tres años después, y para ese entonces los fab four ya eran la banda más popular del mundo. Cuando discó el número, su primera sorpresa fue que este aún estuviera vigente. “Media hora después, Derek Taylor, el publicista de los Beatles, me llamó y dijo ‘tengo un mensaje de John’. Yo pensaba ‘Dios, ¿cuál será el mensaje? Debe ser una combinación entre ‘¿Quién demonios eres tú?’ y ‘¡Vete al carajo!’ (risas). Y me dijo: ‘John quiere saber por qué se demoró tres años en llamar y le gustaría almorzar con usted’”.
Ese fue el comienzo de la estrecha amistad entre Lennon y Palmer. Las cosas también habían cambiado para este último: en 1967 era un joven realizador de la BBC que tenía como encargo hacer una película que explicara de qué se trataba esa revolución llamada rock and roll. Lennon le mencionó que había muchos músicos increíbles que no aparecían en la cadena o no querían hacerlo. “Me escribió una lista con sus nombres y dijo ‘yo los voy a llamar por teléfono y tú harás la película”, rememora. “La lista incluía a (Jimi) Hendrix, Cream, Frank Zappa, Pink Floyd, Eric Burdon… ¡tipos extraordinarios! El resultado fue ‘All my loving’ (1968), y de ahí en adelante mi carrera ha ido completamente cuesta abajo (risas)”.
A pesar de que la BBC se demoró nueve meses en ponerlo en pantalla, el impacto de “All my loving” superó cualquier pronóstico. En menos de una hora, varios de los rockeros más importantes del período 67-68 articulaban sus ideas con claridad y exponían sus deseos de cambio en el mundo. Fue un shock intelectual que inspiró decenas de artículos y ensayos y disparó la carrera de Palmer como cineasta. Hoy lleva dirigidos más de un centenar de títulos, entre especiales para televisión y documentales, donde pudo congeniar su cercanía con las grandes figuras del rock y su gusto por la música docta.
Este mes, el director londinense llegará a Chile para recibir un homenaje en la duodécima versión del Festival In-Edit Nescafé. El director ofrecerá una masterclass gratuita (previa inscripción en la página del evento) y se exhibirán diez de sus películas. Además de “All my loving”, destacan “Maria Callas. La Divina. A portrait” (1987) —un retrato de la soprano griego-estadounidense Maria Callas— y dos episodios de la serie “All you need is love” (1975), sobre la historia de la música popular.
En su época universitaria, Palmer estaba convencido de que iba a ser un académico. Todo cambió cuando tomó un trabajo de verano en Salzburgo que incluía cargar equipos y servir el café en el rodaje de una película. “Estaba sentado en la esquina de una sala completamente exhausto y no sabía qué íbamos a filmar”, admite. “Hasta que entró Oskar Kokoschka, el gran pintor. En el medio, aparecieron ocho o nueve estudiantes de arte. Y a la derecha de sala estaba totalmente desnuda la mujer más hermosa que había visto en mi vida. Recuerdo que pensé: ‘estoy perdiendo el tiempo siendo un académico, me están pagando por esto. Voy a tratar de meterme en el cine’. ¡Así fue cómo empecé!”.
De Callas a Liberace
Además de músicos pop, la filmografía de Palmer incluye documentales sobre intérpretes y compositores clásicos. Entre ellos destacan Benjamin Britten, Igor Stravinsky y la ya mencionada Maria Callas. “Siempre estuve fascinado por la voz de Callas, porque me parecía una voz rota”, señala. “Cuando la conocí me di cuenta de que estaba increíblemente sola. En esa época nadie sabía de este affaire catastrófico con (Aristóteles) Onassis. Él la había dejado y hundido su vida emocional. Eso le daba esa característica a su voz”.
El festival también exhibirá “The world of Liberace” (1972), su documental sobre sobre el excéntrico showman y pianista estadounidense. Palmer se muestra crítico ante “Behind the Candelabra” (2013), la película donde Michael Douglas personificó al artista. “En diecisiete años que conocí a Liberace nunca lo vi caminar a pasos menuditos ni beber champaña”, dice. “Es un filme inexacto y no aborda la verdadera tragedia de Liberace. Él era gay, obviamente, pero también era un coleccionista de antigüedades y le preocupaba no tener niños a quienes dejarles esta colección invaluable. Al menos una vez, si no dos, trató de casarse. Creo que el filme es una gigantesca oportunidad perdida”.
—Sus documentales abordan personajes muy diversos. ¿Hay algo que los una?
“Lo que me atrae son las personas. Maria Callas es un ejemplo perfecto: mi película sobre ella no es un filme acerca de una gran cantante de ópera. Es una película acerca de una mujer que está en medio de un caos infernal, y, oh, resulta que también es una gran cantante de ópera. ¿Quién podría resistirse a Frank Zappa, Maria Callas o Margot Fonteyn? Lo que todos ellos tienen en común es un elemento de coraje. Ellos van donde nosotros no podemos ir y son personas muy solitarias, porque están mucho más allá que el resto. No puedes explicar su proceso creativo, pero sí describir cómo son estas personas. Eso es lo más importante para mí: tratar de entenderlos”.
Palabra de director: tres recomendados para el In-Edit Nescafé 2015
Ginger Baker in Africa (1973)
“Este filme fue una tortura (risas). Quiero mucho a Ginger, y hace no mucho tiempo fui a su fiesta de cumpleaños. Él era salvaje, pero un baterista fenomenal. Fue la primera persona en entender la importancia de la música del oeste de África y tratar de llevarla a Occidente. Él creía que el proceso de instalar un estudio de grabación en Lagos (Nigeria) debía ser la historia del filme. Yo le dije ‘ok. ¿Cuándo volamos?’. Y el respondió ‘oh, no. No iremos en avión, sino que manejando’. Yo le dije ‘¡pero está el desierto del Sahara!’. Y él respondió ‘lo cruzaremos en auto’ (risas)”.
Leonard Cohen-Bird on a wire (1974)
“Leonard Cohen le había dicho a su manager que no quería hacer más giras. Lo que él no sabía era que su compañía discográfica le había informado a su manager que su contrato discográfico no sería renovado. Yo le dije a Leonard que solo haría la película si él nunca me cerraba las puertas; que pasara lo que pasara me permitiría filmar. Como era su última gira, y no tenía contrato discográfico, no había ejecutivos ni relacionadores públicos. ¡No había nadie! Esa pequeña unidad que se formó nos permitió acercarnos mucho a él”.
The space movie (1980)
“Mike Oldfield había tenido un gran éxito con (el disco) ‘Tubular Bells’ y su música había sido ocupada en películas como ‘El exorcista’. Pero cuando trabajé con él en ‘The space movie’, no era la persona más fácil del mundo. Su mayor preocupación era si él era lo suficientemente bueno para hacer la música de la película. Yo constantemente tenía que decirle ‘está bien, Mike, sigue dándole’. Pero él estaba obsesionado con la idea de que la gente iba a descubrir que no era bueno”.