(Artículo publicado en el cuerpo Vidactual de El Mercurio. Mayo del 2014)
A comienzos de la década pasada, Max Vergara (36) era un fumador empedernido y nunca había subido un cerro en su vida. Por ese entonces, era uno de los dueños del bar El Túnel, uno de los más concurridos del centro de Santiago, y se acostaba cerca de las seis de la mañana. Hasta que un día decidió cambiar el bullicio de la capital por los paisajes de Puerto Natales, una localidad situada en el extremo austral del país, y se enamoró del turismo y la zona. Hoy Vergara se levanta a la misma hora en que antes se acostaba y es el anfitrión principal del Noi-Índigo Patagonia, un lugar muy poco convencional. «Esto no es un hotel, sino un buen refugio donde la gente puede volver después de un día de caminata, cabalgata o kayak», dice. «Somos un grupo de amigos que ofrecemos viajes y generamos experiencias».
Ubicado a pocos metros de la costanera -un lugar inmejorable para el avistamiento de aves y cisnes de cuello blanco-, el Noi-Índigo es una construcción conectada con la historia más profunda de esta pequeña ciudad de veinte mil habitantes. Su fachada de tradición chilota que se remonta a la época de la colonización, cuando los primeros migrantes chilenos se mezclaban con europeos que cruzaban el Atlántico atraídos por una pequeña fiebre del oro en Tierra del Fuego. A finales de los’90 fue refaccionada como un hotel rústico y el 2006 adoptó su diseño actual de estilo portuario e inspirado en las embarcaciones que llevan las provisiones para el pueblo. «Averiguando sobre sus orígenes, comprobamos que el actor Luis Alarcón nació aquí en 1926″, cuenta Vergara. «O sea, la casa va camino a cumplir 90 años».
Bajo el concepto de desarrollar nuevas experiencias de viaje, Noi- Índigo cuenta con una buena oferta de excursiones, rutas y vehículos propios para grupos de hasta diez pasajeros. Entre ellas, destaca una cabalgata de dos horas y media por la Sierra Dorotea, un sendero montañoso que le debe su nombre a una de las hijas del alemán Hermann Eberhard, uno de los primeros colonos de la zona en el siglo XIX. Liderado por el gaucho Luis Cheuquel, el recorrido finaliza con un exquisito asado a la rueca, una técnica inédita que logra una mejor cocción del cordero en apenas dos horas. Ideal para recargar energías e iniciar un trekking de 5 kilómetros a la Cueva del Milodón, donde el hotel desarrolla un programa de monitoreo de fauna silvestre junto a CONAF. Si es tu día de suerte, puedes avistar a los siempre esquivos pumas.
Otro panorama infaltable del Noi-Índigo es la excursión «Full Paine» o «Paine Completo», un paseo guiado que abarca los lugares y miradores más importantes del parque nacional Torres del Paine, como la playa y el glaciar Grey. ¿Lo mejor? Aunque el clima del sur suele ser impredecible, las actividades no se detienen en ninguna época del año. El único requisito es ir con ropa adecuada y dispuestos a la aventura. «El mal clima no existe», dice Vergara. «Lo único importante es que la gente esté bien preparada».