La dominicana Kathleen Martínez busca resolver uno de los mayores enigmas de la arqueología: la localización del sepulcro de la última reina del Egipto faraónico. Su tesis apunta a Taposiris Magna, un antiguo templo emplazado en Alejandría, donde ya encontró importantes evidencias. Sería el hallazgo más grande de este siglo, asegura. Guillermo Tupper.
(Artículo publicado en el Cuerpo Vidactual de El Mercurio. Noviembre del 2018).
Por estos días, lograr contactar a Kathleen Martínez es una misión compleja. Desde hace algunas semanas, la arqueóloga dominicana se encuentra en plena temporada de excavación en la necrópolis de Taposiris Magna, un antiguo templo egipcio ubicado a 45 kilómetros al oeste de Alejandría y cuyas ruinas se despliegan en una zona desértica en la que las comunicaciones suelen fallar. Hace poco dio a conocer en su cuenta de Instagram sus últimos hallazgos: entre ellos, una bolsita con restos de oro, dos ojos pertenecientes a una o dos máscaras y una hoja fina en oro que pudo pertenecer a un collar. «Con gusto te doy una entrevista. Me siento muy cercana a Chile. Bueno, mi pareja es chileno», señala, en medio de su ajetreada rutina.
Desde hace unos trece años, Martínez lidera una misión en esta zona que pretende encontrar la tumba de Cleopatra VII y de su amante, el general Marco Antonio. Entre sus principales descubrimientos a la fecha, destacan una estela de caliza del reinado de Ptolomeo V, tallada solo dos años antes que la Piedra de Rosetta, y que reafirma la tesis de la arqueóloga sobre la importancia de este templo y su dedicación a Isis -la gran diosa madre en la mitología egipcia- y un cementerio griego cuyas catacumbas datan del período de la mítica reina faraónica.
«La forma en que Cleopatra muere es, indudablemente, el inicio de un acto religioso llevado a cabo con gran espiritualidad», dice. «Su objetivo era la vida eterna junto a su esposo Marco Antonio en otra forma de existencia. Para ello, solo un templo podía servirle de refugio. ¿Pero cuál? Pues uno dedicado a su madre y de la cual ella era su representación viviente: Isis».
Apasionada desde niña por el estudio de civilizaciones antiguas, Martínez es una arqueóloga poco convencional: su primera carrera fue derecho, ya que sus padres la instaron a elegir una profesión que fuese más accesible y rentable en su país. Tras ejercer como abogada por varios años, se trasladó a España con su marido e inició sus primeros estudios en arqueología e interpretación de jeroglíficos. «Mi principal dificultad fue la oposición de mi familia y todo lo que hicieron para tratar de disuadirme de no ir a Egipto», relata. «Trataban constantemente de desanimarme, incluso con burlas, hasta que llegó un momento en que dejé de dar explicaciones. En medio de esta terrible incomprensión, tenía siempre presente las palabras de Gandhi: ‘Primero, te ignorarán. Después, se reirán de ti. Por último, te atacarán. Entonces habrás ganado'».
-¿Por qué Cleopatra?
«Cuando descubrí a la verdadera Cleopatra, su figura me llenó de fascinación. ¿Cómo pudo ella haber hecho tanto en una época donde las mujeres estaban tan limitadas? A partir de este punto ya no pude dejar de investigar sobre ella. Valoro que, por más de 2.000 años, ella ha sido más inteligente que todo el mundo. Cleopatra fue más inteligente que el Emperador Augusto. Fue más astuta que el poderoso ejército romano. Ha sido más hábil que los historiadores y arqueólogos que la han buscado por siglos. Era una mujer de gran educación, una reina brillante, erudita, científica, filósofa, guerrera, una políglota que hablaba 9 idiomas fluidamente -vale decir, todos los idiomas de su tiempo-, la esposa de los dos hombres más poderosos de su época y madre de cuatro hijos. Podríamos decir que fue la primera feminista».
-¿Cuál sería la real dimensión de este descubrimiento?
«El hallazgo de la tumba perdida de Cleopatra y Marco Antonio sería el más grande de este siglo. Por varias razones: primero, Cleopatra es la última faraona de Egipto y su tumba podría contener importantísima información, además de tesoros tales como su corona; segundo, sería la única vez que se encontrarían en una tumba real los restos mortales de un general romano con sus objetos históricos, tales como su espada y medallas militares, y tercero, hasta ahora, ninguna tumba ptolemaica ha sido encontrada; todos los faraones de origen griego están desaparecidos, desde Alejandro Magno hasta Cleopatra. Nos permitiría reescribir la historia y aportaría información sobre un período grandioso de la humanidad que los romanos trataron de hacer desaparecer».
La reina y el mito
Para iniciar su cruzada, Martínez enfrentó diversos obstáculos: además de la brecha cultural por su país de origen, tuvo que asumir por cuenta propia el financiamiento de su proyecto. Así y todo, obtuvo la primera licencia para excavar que el gobierno egipcio y el Ministerio de las Antigüedades Egipcias le otorgó a un arqueólogo latinoamericano. «Imagínate que hay unas 500 aplicaciones al año y solo se otorgan 60 licencias de excavación que, desde luego, van a las universidades más prestigiosas del mundo. Fue un sueño casi imposible», señala.
Según los escritos, la última vez que Cleopatra visitó la tumba de Marco Antonio fue el día previo a su suicidio, cuando ella ya estaba prisionera de los romanos. Como la distancia recorrida no pudo ser muy extensa, Martínez indagó en 21 templos que se erigían a no más de 100 kilómetros del Palacio de Alejandría. Su conclusión fue que solo uno reunía todas las condiciones para ser el lugar de descanso de «los de vida inimitable»: Taposiris Magna, un lugar que se había perdido en la historia sin razón aparente. «La teoría más aceptada era que, probablemente, este templo nunca había sido terminado y nunca funcionó como templo religioso», señala. «Pero, según mi teoría, pudo haber sido el centro religioso más importante de adoración de la tríada Osiris, Isis y Horus en la época de los ptolomeos. Y esta información ha sido corroborada a partir de mis hallazgos, pues hemos descubierto importantes estelas, inscripciones y estatuas».
A comienzos de este año, y con ayuda de modernos georradares rusos, el equipo de Martínez descubrió dos importantes cavidades que «podrían contener» la tumba de Cleopatra y Marco Antonio. Estas se suman al hallazgo de un gran cementerio griego en el que la misión ya logró excavar, limpiar y documentar un total de 15 catacumbas. Luego de estudiar su contenido, los ceramistas y osteólogos concluyeron que estas últimas pertenecen al período de Cleopatra VII. «Se trata, sin dudas, de la corte de un faraón», dice la dominicana. «Por ejemplo, hay una momia de una mujer de mediana edad que era pitonisa, pues fue enterrada con un ibis sobre su cabeza, y otra tumba de un alto oficial que portaba sus medallas de honor. La de Cleopatra debe contener muchos objetos históricos, ya que los antiguos egipcios nos hablan a través de sus tumbas. Sus restos fueron momificados y su tumba podría encontrarse intacta».
-¿A qué atribuye la idealización de su figura?
«Cleopatra fue la primera celebridad de su época, pero se convierte en mito a partir de las decisiones que tomó cuando vio llegar a Marco Antonio gravemente herido al mausoleo donde ella se escondía junto a sus tesoros. El plan original de ambos era morir juntos y quemar los tesoros para que jamás llegaran a manos de los romanos. Pero, cuando ve a Marco Antonio moribundo, cambió unilateralmente el plan, negocia con los romanos entregarse con vida y les ofrece sus tesoros a cambio de enterrar a Marco Antonio en un lugar de Alejandría que ella escogería y que yo estoy convencida que fue Taposiris Magna. La idealización de su figura se produce con la forma tan extravagante que escoge para morir: nada más y nada menos que haciéndose picar por un áspid. Su trágica historia de amor, coraje y muerte digna -el suicidio con honor- idealizaron su figura en el mundo antiguo».
«Cleopatra conquistó a Marco Antonio con una cena de 15 millones de dólares»
El vínculo de Cleopatra con los dos hombres más poderosos de su época, Julio César y Marco Antonio, ha sido fuente de inspiración para múltiples obras y películas (ver infografía). ¿Estrategia política, amor genuino o un poco de ambos? Según Martínez, la reina y Julio César «eran dos seres geniales que compartieron el sueño de Alejandro Magno de construir un mundo mejor: el Mundo Mediterráneo. Ambos eran ambiciosos y esto los unió más allá de la atracción inmediata. Pienso que el amor entre ellos era verdadero y, sobre todo, de respeto y admiración, al punto de que quisieron tener un hijo juntos (Cesarión)».
Tras el magnicidio de Julio César, el triunviro Marco Antonio buscó un acercamiento con Cleopatra para recaudar dinero para su ejército. Se reunieron en Tarso (hoy Turquía), pero ese encuentro estuvo más cargado de erotismo y lujo que de interés político: ella llegó navegando por el río Cidno vestida como la diosa Afrodita, rodeada de jóvenes casi desnudos que la abanicaban entre inciensos y perfumes. «Es evidente que Cleopatra utilizó una técnica de seducción para llamar su atención», dice la arqueóloga. «Esta puesta en escena tenía un propósito táctico, pues Marco Antonio era un gran amante de la cultura griega y él había entrado en la ciudad de Éfeso en medio de un fastuoso cortejo mientras le aclamaban con el título divino de Dionisio. En Tarso, se decía que Afrodita venía al encuentro de Dionisio para el bien de Asia. Así ella se puso ‘a la altura’ de Marco Antonio y se ganó su respeto de entrada».
-¿Y cuándo lo sedujo definitivamente?
«Pienso que Cleopatra conquistó a Marco Antonio cuando allí mismo, en Tarso, lo venció en la apuesta de ‘prepararle la cena más cara de la historia’, valorada en diez millones de sestercios, o lo que sería lo mismo que 15 millones de dólares de hoy. (El escritor y científico romano) Plinio el Viejo relató en su ‘Historia Natural’ que Cleopatra era dueña de las dos perlas de mayor valor que se habían visto en el mundo, las echó en un vaso con vinagre, donde se disolvieron y se las bebió. Con esto, además, hizo un despliegue de riqueza y abundancia que deslumbró al veterano general. Ambos se enamoraron apasionadamente al punto que la vida sin el otro no les interesaba».