En la previa a su presentación en Fauna Primavera, Ben Goldwasser -50% de MGMT- reflexiona sobre las críticas a su banda, la ansiedad que provocan las redes sociales y el espíritu vigorizante de Little Dark Age, un manifiesto pop en tiempos oscuros. Guillermo Tupper.
(Artículo publicado en el Cuerpo Vidactual de El Mercurio. Noviembre del 2018)
En sus tiempos libre, Ben Goldwasser tiene una afición poco común: hacer programación de computadoras y arreglar sintetizadores viejos. Es una costumbre que conserva desde los inicios del grupo cuando, junto con su compañero Andrew VanWyngarden, sentía una fascinación por «objetos que tuviesen un sonido fracturado» y «abusar» de instrumentos musicales para descubrir sonoridades extrañas. «Después, se convirtió en un pasatiempo para aprender a desarrollar mis propias herramientas y conseguir un montón de equipos anticuados en los avisos clasificados para tratar de descifrar cómo hacerlos funcionar», cuenta a «El Mercurio». «Pienso que tuvo una influencia en nuestro proceso creativo y también para saber lo que hacíamos».
La vocación experimental siempre fue parte del derrotero poco convencional de MGMT, una banda que, por años, fue considerada como una de las más autodestructivas de la industria. Formada en el 2002 por dos compañeros de la Universidad de Wesleyan, su refrescante debut «Oracular Spectacular» (2007) vendió millones de copias gracias a éxitos radiales como «Time to Pretend», «Kids» y «Electric Feel». Sin embargo, aquel suceso no estuvo exento de críticas: durante muchos años, el grupo fue vapuleado por no ser capaz de tener un show en vivo a la altura y, en el 2010, viraron hacia un sonido más psicodélico con su disco «Congratulations» que, virtualmente, no tenía singles . Su sucesor, el homónimo «MGMT» (2013), profundizó aquella veta y dividió a los fans.
Después de un pequeño receso, en febrero de este año el dúo volvió con «Little Dark Age«, un álbum en el que retoma su cara más pop y se sumerge en capas de sintetizadores que combinan, en partes iguales, júbilo y paranoia. Este disco será la columna vertebral del repertorio que mostrarán hoy en el Festival Fauna Primavera a partir de las 22:30. «No creo que (la elección de Trump) haya sido una gran influencia, tan solo tuvimos ese momento crucial en que las cosas iban en una dirección y, súbitamente, fueron en otra», dice Goldwasser sobre la referencia política del título («Pequeña era oscura»). «Antes de que Trump fuera elegido, mucha gente pensaba que era imposible que algo así pasara y, en un momento, empezamos a sentir: ‘oh, espera, esto de verdad está ocurriendo’. Es un planeta demente que empeoró».
En canciones como «She Works Out Too Much» y «TSLAMP», la banda descarga ingeniosos lamentos contra las aplicaciones para citas y el tiempo que invertimos mirando nuestros teléfonos. «Muchas de las canciones del disco tienen este tono humorístico sobre volverse un poco viejo como para conectar con la cultura popular de hoy», agrega. «Es como hacer un chiste con la idea de ser un padre y no entender lo que tus hijos están haciendo. Pero también hay un sentimiento de ansiedad asociado a eso en el que, de algún modo, usamos estas tecnologías para conectar en un nivel humano básico. Pero no es (un punto de vista) totalmente cínico. Pienso que, quizás, solamente estamos en camino a un incómodo estado de evolución que nunca resolvimos».
-A pesar de algunas letras exploran temáticas más serias, «Little Dark Age» es un disco edificante. ¿Es el baile una forma de protestar ante los tiempos oscuros actuales?
«Sí, así lo creo. Lo mejor que podemos esperar es que la música llegue a la gente, genere una conexión y les dé una razón para sentir algo. No es un disco político y no pienso que yo sea lo suficientemente inteligente como para tener una respuesta a todas las cosas equivocadas que suceden en el mundo de hoy. Pero creo que es importante mantener un poco de alegría y experiencias positivas y no solo estar furioso y recoger todo aquello en una canción. Es difícil crear un cambio positivo si no tienes cosas positivas».
«Un jodido periodista»
La historia de MGMT tiene mucho de azar: en sus inicios universitarios, hacían performances para 15 personas y sus canciones eran chistes internos que ironizaban sobre el ideal de la «estrella de rock». El éxito de «Oracular Spectacular» hizo que saltaran, casi sin escalas, al programa de David Letterman y festivales como Coachella y encontró a Goldwasser -un tipo solitario y tímido- viviendo del cliché que ellos mismos satirizaban en «Time to Pretend» («hagamos algo de música, hagamos algo de dinero, encontremos algunas modelos como esposas»). «Siento que nunca me ajusté por completo al salir de gira y estar rodeado de gente», admite. «A veces necesito recargar mis baterías y tener un tiempo solo. Pero en el último tiempo se puso más divertido y en las giras tenemos un mayor control de la situación. Los primeros dos años (de la banda) fueron bastante intensos y hoy montamos el show que queremos montar».
-Su disco «Congratulations» (2010) era fantástico pero, al igual que su sucesor, recibió muchas críticas y más de alguno lo calificó como un «suicidio comercial». ¿Cómo se tomó aquellas opiniones?
«Es duro trabajar tan arduamente en algo, lanzarlo al mundo y después recibir un montón de críticas. Es lo que pasa con cualquier músico o artista que está bajo el ojo público y tienes que estar preparado para eso. Sin embargo, pienso que es ridículo juzgar si algo es bueno o malo basado en un atractivo comercial. Hay tantas piezas de arte o música que tienen una vida que se desarrolla por más de un año, con asociaciones de tiempo y espacio, y todas esas cosas son estropeadas por un crítico que tiene que tomar una decisión sobre algo que ha escuchado una o dos veces. Es un poco extraño. No lo sé. Me gustaría que la gente solo escribiera de las cosas que a ellos les gustan. Yo quiero leer artículos sobre personas que te mantengan entusiasmado sobre una pieza de música, no a un jodido periodista. Sin ofender (risas)».
-A pesar de los retos creativos que asumen como banda, mucha gente todavía acude a sus shows solo para escuchar los éxitos de su disco debut. ¿Cómo se relaciona con esas canciones diez años después?
«Ahora tenemos una relación positiva con esas canciones. Pienso que ha transcurrido bastante tiempo y no sentimos que tenemos que ser juzgados nuevamente. Son una parte de todo lo que hacemos, ayudan a que a la gente le guste el nuevo disco y, por más que yo diga que no me importa la respuesta de los críticos, también es bueno saber que lanzaste algo que la gente disfruta, es un voto de confianza. Nuestras giras mejoraron una vez que aprendimos a encontrar el equilibrio entre asegurarnos de que la gente lo pase bien en el show y de que nosotros nos sintamos inspirados por la música que interpretamos. Estamos muy contentos de volver a Chile: la última vez que fuimos, recuerdo que pasamos una noche muy divertida en un bar y conocimos gente muy amable. Y eso a pesar de que yo, normalmente, no salgo de fiesta».