En esta entrevista exclusiva, el cantante británico confiesa su lucha contra el alcohol, su conflicto con la imagen que proyecta en los medios y desliza la posibilidad de volver a los escenarios. Guillermo Tupper.
(Artículo publicado en el Cuerpo Vidactual de El Mercurio. Enero del 2016)
Hace más de un lustro, Phil Collins (65) se alejó de los escenarios. Fue una decisión que escondía razones de fuerza mayor: por un lado, quería dedicarle más tiempo a Nicholas y Matthew, sus dos hijos más pequeños. Por el otro, su daño a la espina dorsal había recrudecido durante la breve gira de reunión de Genesis, el año 2007, lo que le impedía tocar la batería. Sin embargo, nada salió según lo planeado: tras divorciarse de Orianne Cevey, su tercera esposa, ella se marchó a Miami con sus dos hijos. Y Collins se quedó solo, en su casa de Fechy (Suiza), llenando ese vacío con botellas de vino y vodka.
«Me retiré de la música para no tener nada que hacer, excepto criar a mis hijos más pequeños. Pero, después de eso, mi ex esposa —a la que todavía amo profundamente— se llevó a mis hijos. Y, de la noche a la mañana, no tenía trabajo y ya no tenía a mis hijos”, cuenta a “El Mercurio”. “Tenía un montón de tiempo libre en mis manos. Y empecé a beber mucho, me perdí un poco. No creo que me haya convertido en un alcohólico pero sí bebí demasiado. Me había empezado a matar físicamente, mis órganos ya estaban sufriendo. Y tuve que parar. Mi hija me dijo: ‘vas a matarte’. Estuve muy cerca de la muerte. Y yo no quería morir, adoro a mis hijos».
Hoy Collins acaba de cumplir tres años sobrio. Y tras un largo período de reclusión —su último disco de estudio, “Going back”, data del 2010 y dejó de hacer giras ese mismo año— ha salido de su escondite. ¿El motivo? La reedición de “Face Value” (1981) y “Both Sides” (1993), dos álbumes solistas inspirados en sus propias experiencias de divorcio. El primero, su debut en solitario, tiene varias canciones dedicadas a su primera esposa, Andrea Bertorelli, quien lo abandonó por el decorador de la casa (una historia que Andrea niega). “Both Sides”, en tanto, se remonta al quiebre con su segunda pareja, Jill Tavelman, y dio vida a un sonido más experimental donde tocó cada uno de los instrumentos.
Enemigo de las reediciones tradicionales (“no entregan algo demasiado nuevo para los fans”, dice), Collins propuso al sello que cada álbum incluyera un segundo CD con versiones en vivo y rarezas nunca antes escuchadas. Para eso, se puso a investigar el clóset de su casa y, entre otras cosas, encontró un casete con el demo de “Please don’t ask” (de Genesis) y el work in progress de “Against all odds”. La otra novedad es el arte de los discos: cada imagen de la portada fue reemplazada por una fotografía actual de Collins, donde su rostro luce significativamente más viejo.
«Una de las cosas que me tienen satisfecho es que la gente tenga la posibilidad, y probablemente yo mismo, de echar un nuevo vistazo y mirar con ojos renovados este material para redescubrirlo», afirma. “’Both Sides’, por ejemplo, salió en un período donde mucha gente se lo perdió. La gente lo conoce por el single ‘Both sides of the story’, pero hay otras canciones, de las cuales me siento bastante orgulloso, que la gente no conoció porque nunca escucharon el álbum. En ese disco están algunas de las mejores canciones que grabé».
—“Face Value” fue un disco muy innovador, pero lo hiciste en medio de tu primera separación. ¿Cómo recuerdas esa época?
«Sí, pero no es que cuando hago algo relacionado con ‘Face Value’ entre en un estado de dolor y melancolía y me ponga a llorar (risas). Las canciones fueron escritas en medio de ese ambiente, pero la gente tiende a encasillar las cosas. El disco abarca un período donde me divorcié, pero también donde conocí a la mujer que se convertiría en mi segunda esposa. Es un disco triste pero, al mismo tiempo, optimista. Hay canciones como ‘Hand in hand’ y ‘Droned’ que tienen partes medias jazz/rock. No es solamente un disco oscuro. La gente se concentra en ‘In the air tonight’, ‘I missed again’ y las canciones tristes, pero también está el otro lado».
El precio de ser popular
A partir de los años 80, Phil Collins se convirtió en el epítome de lo “ridículo” para los círculos musicales más sofisticados. Poco importaban sus discos con Genesis, sus colaboraciones con John Cale, Brian Eno y John Martyn, el haber introducido el drum machine en el pop mainstream con su single “In the air tonight” y su influencia subterránea en el hip hop. El tipo siempre será recordado por historias bizarras como aquella que dice que se mudó a Suiza para escapar a un posible gobierno laborista; o que se divorció de su segunda esposa por fax (ambas han sido negadas por el cantante). ¿Qué tanto le podría importar este comidillo a una estrella pop con una fortuna de 110 millones de libras en el banco? La respuesta es mucho.
«En un momento se volvió muy complicado. Me estaba frustrando con tantos titulares en los tabloides y las impresiones que tiene la gente acerca de uno que no son necesariamente la verdad”, admite. “Tuve una novia, durante siete u ocho años en Nueva York, y cuando nos conocimos, le dije ‘llámame Philip. No me gusta Phil’. Y eso fue una indicación de estaba cansado de toda esta cosa que la gente había creado. Hay un montón de comentarios de gente acerca de un Phil Collins que, en realidad, no soy. Esto es quizás debido a las reseñas de discos, la prensa de tabloides… . Es imposible hacer borrón y cuenta nueva y empezar de nuevo. Y yo quiero empezar de nuevo».
—¿Tienes una teoría del por qué ha sido tan vapuleado por la crítica y otros músicos?
«Cuando dices otros músicos, ¿te refieres a Noel Gallagher?»
—Sí, por ejemplo.
«No estoy al tanto de otra gente que lo haya hecho, aparte de él. Pero los críticos, sí. Es interesante: descubrí que, en realidad, a Noel Gallagher no le desagrado tanto. A veces dices algo una vez, no tienes muchas razones para sostenerlo, esa cita da vueltas por el mundo a través de internet y, de repente, eso es lo que esa persona piensa de ti. Pero, con respecto a los críticos… la gente piensa que conoce tu música a partir de lo que escucha en la radio. Muchos críticos no salían corriendo a comprar mis discos, solo me conocían por «Sussudio», «A groovy kind of love», «You can’t hurry love» y las canciones que sonaban en la radio. Y en eso me convertí para esas personas».
—¿Cuál era el problema con esas canciones?
«En lo que a mí respecta, esas no son mis mejores canciones. Son las que la compañía discográfica eligió como singles. Las otras diez canciones de cada disco quedaron olvidadas. Cuando hago un disco, no trato solamente de escribir un par de hits. Trato de hacer álbumes de los que me sienta orgulloso cuando envejezca y que llenen todos los espacios que son importantes para mí. A pesar de eso, muchas de esas canciones fueron ignoradas, olvidadas o nunca fueron escuchadas en el camino».
—¿Cree que recibió un trato injusto?
«Los periodistas son muy suspicaces ante lo que es popular. Y yo era muy popular en los 80 y 90. Creo que pensaban que era muy simplón para agradar a la gente. No soy un artista atormentado como Neil Young o Peter Gabriel. Soy de fácil escucha. Y a los críticos no les gusta eso. Los perdono, no tengo problemas (risas). Los entiendo. Pero espero que el público general pueda redescubrir esa música».
Volver a empezar
En los últimos meses, Collins ha tenido un renacer en su vida personal. No solo compró una casa en Miami, para estar más cerca de sus hijos pequeños. En julio pasado visitó a un doctor local para hacer un chequeo de sus problemas neurológicos. ¿El diagnóstico? Todos los signos vitales que necesita para tocar apropiadamente la batería aún están intactos. Por lo tanto, la posibilidad de retomar las presentaciones en vivo —algo que dejó de hacer, oficialmente, a finales del 2010— es una posibilidad latente.
«Estoy pensando que quizás, dependiendo cómo le vayan a estas reediciones, si la gente muestra interés por ellas y por verme tocar en vivo, podría salir a hacer algunos shows”, señala. “No hablo de giras mundiales, porque no quiero regresar y perderme tanto el crecimiento de mis hijos. Pero sí ir a un lugar determinado, hacer unos pocos shows y estar dos o tres semanas afuera. Me he educado a mí mismo de que esto es posible, tal como lo hace Billy Joel. Él toca una vez al mes en el Madison Square Garden y dice: ‘mientras la gente siga comprando entradas, seguiré tocando una vez al mes'».
—¿Esos shows contemplan la posibilidad de venir a Sudamérica?
“Sería un gran placer hacer unos conciertos en Chile o Argentina, lugares donde ya toqué una vez. Debo decirte que, cuando Genesis hizo su gira de reunión, me senté en una mesa con los chicos de la banda, nuestro agente y nuestro mánager y les dije: ‘si vamos a hacer un tour de reunión, ¿por qué no vamos a Sudamérica y el Lejano Oriente? Yo no quiero tocar en Chicago, Philadelphia o París de nuevo. ¿Por qué no vamos a estos lugares donde nos están pidiendo a gritos y han sido muy leales con Genesis a lo largo de los años?’ (finalmente, el tour sudamericano no fructificó). Cuando fui a Chile, e hice esas dos o tres noches en Santiago (en abril de 1995), fue extraordinario. Eso es algo que se quedó para siempre en mi cabeza».
—¿No tiene temor a volver a lo de antes?
«A día de hoy, mi decisión es que estoy retirado. He tratado de hacer borrón y cuenta nueva y empezar de nuevo. Si elijo empezar nuevamente, eso sería bueno. Si decido que no, quiero irme lejos y no ser necesariamente la persona en la que me he convertido en los últimos 34 años. Es como lanzar una piedra adentro de un estanque. Las ondulaciones llegan a los costados del estanque, pero esos costados no saben qué fue lo que originó esas ondulaciones, ¿me entiendes?. Los titulares y lo que la gente piensa de ti se alejan cada vez más de la persona que eres. Yo siempre pongo el mismo ejemplo: si esto fuese el guión de una serie de televisión, quiero que me borren de esa historia. No me gustaba el papel que estaba protagonizando».
Excelente entrevista, creo que a todos los que nos gusta Phil estariamos mas que felices que nos brindara uno de sus extraordinarios conciertos. Por cierto estuve presente en el 95 y fueron las emociones mas hermosas que pude vivir.
Por lo mas grande en la musica un gran abrazo a Phil Collins y su equipo