Considerada una de las corresponsales de guerra más influyentes del mundo, esta periodista argentina cubre los conflictos armados como una forma de reparar su propia historia. Guillermo Tupper.
(Artículo publicado en el cuerpo «Vidactual» de El Mercurio. Julio del 2015)
En su infancia, Karen Maron (36) sentía una extraña mezcla de sorpresa y terror cuando veía imágenes de los conflictos en Medio Oriente y la ex Yugoslavia por televisión. Los relatos de guerra formaban parte de su historia familiar más íntima. Mientras sus abuelos paternos libaneses huyeron de su país en plena ocupación del Imperio Turco Otomano, sus abuelos maternos asturianos hicieron lo propio durante la Guerra Civil española.
“Hace uno o dos años, entendí que estoy contando la historia de ellos”, dice la periodista trasandina, elegida como una de las 100 corresponsales más influyentes del mundo en la cobertura de conflictos armados por la organización AOAV (“Acción contra la violencia armada”, con sede en Londres) e invitada por la Universidad Central para hacer un ciclo de conferencias en mayo pasado. “Ellos eran refugiados que, si no se iban, les cortaban la cabeza o los mataban por razones políticas. Es una manera de reparar tu propia historia y por eso uno lo siente en la piel”.

A los 16 años, Maron empezó a trabajar en radio y sus primeros reportes fueron con los desplazados de las provincias argentinas. Si bien tuvo un breve paso como estudiante de derecho, al poco tiempo se volcó de lleno al periodismo, su verdadera pasión. El 2000 ganó una beca en Israel como formadora de opinión en áreas de conflicto y su viaje al Medio Oriente coincidió con el estallido de la Segunda Intifada. “En diciembre de ese año, me tocó entrevistar a Yasser Arafat en la Basílica de la Natividad de Belén. Éramos ocho periodistas y yo estaba ahí, con mi grabadora, a punto de colapsar”, recuerda, entre risas. “Así fue mi debut como corresponsal”.
A partir de entonces, Maron ha cubierto los eventos más peligrosos en Medio Oriente, África y América Latina. Entre ellos, la guerra y posterior ocupación de Irak (a la que define como «el primer genocidio del siglo XXI»), la guerra en el Líbano, la Operación Plomo Fundido en la Franja de Gaza y la rebelión en Libia. Además, entrevistó a mujeres que pertenecieron a Sendero Luminoso, en Perú, y a paramilitares y desplazados internos en las zonas controladas por las FARC en Colombia. Sus reportes han aparecido en decenas de medios, desde la BBC Mundo hasta El Mercurio.
Para entender las guerras en profundidad y permanecer más tiempo en cada lugar, Maron eligió ser periodista freelance. En sus crónicas, su sello es la humanización del conflicto. «Las verdaderas víctimas de la guerra son los inocentes y la población civil, que nada saben de posicionamiento geoestratégico o rutas de petróleo», señala. «Cuando me tocó entrevistar a soldados mexicanos o colombianos bajo bandera estadounidense en Irak, vos veías que no sabían dónde estaban, que lo hacían para obtener su green card y que repetían el discurso de ‘vinimos a traer la democracia’ como si les hubiesen puesto un casete. Se utiliza a personas con baja educación o necesidades insatisfechas para convertirlos en instrumentos de la guerra».
—¿Cuál ha sido la situación de mayor tensión?
«En Irak conocí el infierno. Lo vi en Falluja, cuando se produce el ataque con F-16 y hubo una matanza indiscriminada de niños e inocentes. Me impresionaba mucho cuando, después del Canto del Muecín, inmediatamente empezaba la cadena de explosiones de los carros bomba. ¿Qué es lo que me motiva a seguir viajando? Si alguien lee, escucha o ve la historia de alguien a 15 mil kilómetros de distancia, y siente empatía o una chispa de emoción y comprensión por ese ser humano, para mí el trabajo ya está hecho».