Desde la música popular hasta la decoración de interiores fueron invadidos por lo retro y los artefactos culturales del pasado. ¿Por qué la nostalgia nos atrae más que el futuro?. Guillermo Tupper.
(Artículo publicado en el cuerpo Vidactual de El Mercurio. Agosto del 2015)
El próximo 13 de agosto, miles de gamers se congregarán en la Estación Mapocho para disfrutar de los cuatro días de «Festigame«, el evento de videojuegos más importante de Chile. Una de las atracciones más esperadas será el Museo de Consolas Retro, que incluirá aparatos de las últimas cuatro décadas, comenzando con el Atari Pong. «Los niños que lo jugaron en esa época, hoy son adultos que tienen alrededor de 40 años», señala Jorge Martínez, gerente de márketing de Yapo.cl, uno de los organizadores de la iniciativa.
Desde mediados de los 90, cuando los viejos juegos de 16-bits empezaron a ser comercializados a bajo costo en tiendas independientes, el interés por sistemas obsoletos ha ido en aumento. Los expertos bautizaron esta tendencia como «retro-gaming» y consiste en coleccionar computadores personales, consolas y videojuegos del pasado. Sin ir más lejos, en Yapo existen más de 43 mil avisos en la categoría de consolas, los que incluyen ejemplares de Atari, Nintendo NES y SuperNintendo. «Un Play Station nuevo o un Wii no les toca tanto la fibra emocional como estas consolas», señala Martínez.
El gusto por soportes antiguos también está presente en los músicos jóvenes. Cuando era niña, Macarena Lavín (35) hacía compilados en casete, que grababa desde la radio, y así forjó su amor por la música y la guitarra. En plena era del mp3, el año pasado recibió una oferta del sello local Algo Records para lanzar el primer disco de su proyecto EyMacarena en ese formato. «Fue por el ofrecimiento del sello más que nada, pero hay algo que me hizo clic porque el formato casete me encanta e identifica totalmente», apunta Lavín. «Hay hartas personas que no pueden entender esto. El beneficio más claro es que genera más atención en el proyecto que estás editando. ¡Un amante de la música debiera tener todos los formatos de escucha!».
La afición por el vintage también alcanza la decoración de interiores. Activa desde el 2013, Poodle Vintage es una tienda ubicada en calle Esmeralda y que se especializa en objetos de decoración y colección del pasado. Estos incluyen máquinas de escribir, radios, teléfonos, relojes, cámaras fotográficas, carteras y muebles reciclados en muy buen estado. «Hay dos tipos de visitantes: muchos son jóvenes diseñadores y arquitectos y parejas que están armando su casa», afirma su dueña Aune Ainson (34). «Y, por otro lado, tengo varios coleccionistas. ¿Por qué se interesan por estos objetos? Porque tienen excelente diseño. Si tú miras las cosas nuevas, todos imitan el diseño de los 50, 60 y 70».
La arqueología hipster
La obsesión por lo retro y los artefactos de nuestro pasado inmediato es una característica común en distintas zonas de la cultura popular actual. En su ensayo «Retromanía: la adicción del pop a su propio pasado» (2011), el periodista británico Simon Reynolds postula que, en los años 2000, el presente del pop fue paulatinamente invadido por el pasado, ya sea en forma de recuerdos archivados del ayer o de viejos estilos pirateados. Este loop cultural permanente no es un fenómeno exclusivo de la música, sino que también se puede ver en campos como la moda (con diseñadores como Marc Jacobs o Hedi Slimane) y el boom del mercado de indumentaria vintage hasta los remakes de Hollywood y tendencias más curiosas como la afición por juguetes antiguos.
Según Reynolds, una de las corrientes más obsesionadas con lo retro es la de los hipsters. En su libro los define como «arqueólogos culturales», que excavan en los archivos para encontrar música, gráficas o ropa que nadie más tiene. «Tú puedes hacer eso con cosas nuevas o cosas exóticas de otros países que están ocurriendo hoy. Pero también puedes hacerlo descubriendo cosas esotéricas del pasado», afirma a «El Mercurio». «En los 2000, este aspecto anticuario del ‘hipsterismo’ tomó la delantera y el interés por el futuro se desvaneció. Ahí tienes la explosión de lo vintage , como el culto a la tecnología pasada de moda, desde los vinilos y casetes hasta las máquinas de escribir manuales».
¿Por qué estamos tan obsesionados con los artefactos del ayer? «Lo retro está estrechamente ligado con la nostalgia, que originalmente era una condición mental entre los expatriados que extrañaban su hogar», dice Maria Mackinney-Valentin (foto), profesora de Teoría de la Moda en la Real Academia de Bellas Artes de Dinamarca. «Hoy, lo retro y la nostalgia tienen un tono más positivo, ya que adicionan capas de singularidad a los productos y experiencias. Nuestra atracción hacia lo retro no es tanto por el anhelo de un pasado que imaginamos menos complejo que nuestro presente, sino que por un sentido de autenticidad asociado a lo retro».
A fines del siglo XVII, el término «nostalgia» fue introducido por el médico suizo Johannes Hofer para referirse a los síntomas psicológicos y fisiológicos adversos que mostraban los mercenarios suizos, que hacían largas travesías comerciales. Hofer conceptualizó la nostalgia como una enfermedad médica o neurológica y, solo a comienzos del siglo XIX, empezó a ser considerada una forma de melancolía o depresión. En la segunda mitad del siglo XX, esta adquirió un estatus conceptual distinto de la añoranza. «La nostalgia está al servicio de importantes funciones psicológicas», señala Tim Wildschut, profesor de Psicología de la Universidad de Southampton. «Hemos distinguido tres grandes categorías: la función de autoorientación -como el autoestima y el optimismo-, la función existencial -el significado de la vida- y la función de la sociabilidad».
El revival de la música
La primera vez que Simon Reynolds escuchó «Blurred lines» -el hit del 2013 firmado por Robin Thicke y Pharrell-, lo primero que pensó fue en que ambos trataban de recrear «Got to give it up», una canción de Marvin Gaye de 1977. No fue el único: la familia de Gaye acusó a los músicos por infringir los derechos de autor y, en marzo de este año, ganaron la demanda. «En el pop mainstream, no diría que el pastiche es la estética dominante, pero sí es muy prominente, con el éxito de artistas como Bruno Mars, Pharrell y Mark Ronson. Varios de los mayores éxitos de años recientes, como ‘Locked out of heaven’, ‘Blurred lines’, ‘Happy’ y ‘Uptown funk’, son réplicas de estilos de época», señala.
Si bien la cultura retro está presente en distintos ámbitos, es en la música popular donde prevalece desde hace años. En «Retromanía», Reynolds enumera varios ejemplos: las cada vez más lucrativas giras de reunión, sellos discográficos lanzando cajas recopilatorias, conciertos en vivo de álbumes clásicos, el auge de las bandas tributos y los museos de rock y el propio afán revisionista de artistas emblemáticos del nuevo milenio (desde The Strokes hasta Lady Gaga) son prueba de aquello.
«Hay un montón de efectos secundarios que creo que son negativos», dice Reynolds. «Uno de ellos es la pérdida de un sentido de propulsión hacia adelante en el tiempo, la falta de entusiasmo por el futuro. Otro efecto secundario es la pérdida de una monocultura, las cosas que todo el mundo conoce y está inmerso, como ocurría con Los Beatles o Nirvana. Con archivos tan vastos y en constante expansión, podemos irnos en un viaje individual al pasado para explorar pequeñas microzonas. El otro efecto mayor es que, si parte de la música contemporánea está basada en reelaborar el pasado, la era actual nunca va a desarrollar su sonido pop distintivo que, en el futuro, nos permita mirar atrás y decir ‘este es el sonido del 2015′».
El origen del concepto «retro» se remonta al pasado reciente. Según Elizabeth Guffey (foto) -profesora de Arte y Diseño en la Universidad Estatal de Nueva York– este comenzó como mode rétro , un movimiento de estilo en Francia a comienzos de los 70. «Estaba basado en una agotada reminiscencia del París de la Segunda Guerra Mundial», señala. «Pero, una vez que comenzó, se extendió como un reguero de pólvora. El retro es una actitud y una parte inevitable de nuestro mundo. Es tan parte de nuestra cultura, que a veces pareciera que siempre ha estado aquí».
El boom de la memoria
La fiebre actual por la cultura del revival no quiere decir que épocas anteriores a la nuestra no miraran al pasado como fuente de inspiración. El libro «Retromanía» destaca como ejemplos la veneración renacentista por el arte griego y las invocaciones medievales del gótico. Incluso movimientos musicales recientes que «eran puro futurismo» como el postpunk británico (a la que Reynolds le dedicó otro libro, llamado «Postpunk: romper todo y empezar de nuevo«), acusaban influencias de artistas como The Velvet Underground, David Bowie y Can. ¿Cuál es la diferencia, entonces, entre la generación de los 2000 y sus antecesoras?
«No conozco ninguna cultura que no haya desarrollado una relación intensa con su propio pasado. La pregunta es qué forma alcanzan a tomar estos enclaves antiguos», dice Christian Thorne (foto), profesor de Inglés del Williams College (Estados Unidos) y autor del ensayo «La energía revolucionaria de lo anticuado«. «Incluso los grandes y más innovadores eventos históricos han sido planteados, a veces, como movimientos revivalistas, como la Reforma Protestante, la Revolución Francesa y las luchas de descolonización en África y Asia. Lo que es curioso hoy es que tantos revivalismos compitan y coexistan en el mercado, al punto que los proyectos abandonados de la historia siguen vivos para nosotros como un perchero de estilos opcionales».
Los expertos coinciden en que el boom de la cultura retro se instaló tras las crisis políticas y económicas en los años 70. «La creencia en el progreso y la modernización se estancó a lo largo del mundo, y el ascenso del neoliberalismo puso un clavo en el ataúd de las políticas progresistas a una escala global», señala Andreas Huyssen, profesor de Alemán y Literatura Comparada en la Universidad de Columbia. «Algo ha cambiado en las culturas capitalistas occidentales desde los años 80, cuando el discurso del trauma y las modas retro se volvieron dominantes. Quizás fue solo la falta de nuevas ideas la que hizo girar las industrias culturales hacia el pasado. Lo nuevo había perdido su caché».
En el siglo XXI, hemos sido testigos de un fenómeno que Huyssen bautizó como el «boom de la memoria«. «Este se ve reflejado en una serie de fenómenos que parecen ser independientes el uno del otro, pero están relacionados subliminalmente: la pérdida de imaginarios futuros, industrias culturales virando a la moda retro, revivalismos, arquitectura retro, grabadoras de video creando más recuerdos familiares, más museos y memoriales que responden a la demanda pública, desde el recuerdo del Holocausto hasta el terrorismo de Estado y las guerras civiles. Si todo esto genera memoria o una amnesia histórica, permanece como una pregunta abierta».
Internet, YouTube y el fin de lo retro
El año 2001, Steve Jobs presentó al iPod como una tecnología revolucionaria que permitiría «llevar tu colección completa de música contigo». Los reproductores de música portátiles no eran nada nuevo, pero Apple agregó el archivo portátil. «Esa función de archivo es ahora una característica estándar de los dispositivos digitales personales y cambia nuestra actitud hacia la ‘vieja’ cultura popular», dice James Collins, profesor de Historia de los Medios y Cultura Digital Contemporánea en la Universidad de Notre Dame. «Esta se vuelve completamente viva en nuestro presente cultural, ya que podemos acceder a ella fácilmente y llevarla con nosotros a nuestro propio espacio doméstico».
Con la irrupción de internet, la mayoría de nuestro pasado cultural está disponible en archivos digitales que podemos descargar y llevar donde queramos. Y, aunque suene paradójico, sitios como YouTube se relacionan mucho más con la cultura retro que con el futuro. «Pienso que YouTube es casi una catástrofe cultural», dice Reynolds. «Por un lado, es fantástico revisitar todos esos episodios olvidados de la televisión de mi infancia. Por otra parte, sería perfectamente posible vivir en el pasado. Obviamente, el reloj y el calendario siguen avanzando, pero, culturalmente, el masivo archivo de audio y videos del pasado en internet ha creado una implosión temporal, una especie de agujero negro».
Para James Collins, el impacto de la función del archivo incorporado en las tecnologías contemporáneas derrumba por completo la categoría de «cultura retro». «¿Retro con respecto a qué? ¿Retro para quién, si permanece tan vitalmente viva en los mismos dispositivos donde las audiencias puedan descargar la música pop más reciente? A esta altura, el cómo accedemos a la cultura y la hacemos nuestra necesita ser completamente re-pensado».
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