Las confesiones de Artemy Troitsky, el primer DJ de la Unión Soviética

Este periodista y académico ruso fue uno de los principales agitadores culturales de la desaparecida potencia mundial. Férreo opositor a Putin, hoy denuncia la censura que sufren los músicos y artistas de su país. Guillermo Tupper.  

(Artículo publicado en el cuerpo Vidactual de El Mercurio. Abril del 2015)

«Estoy bastante seguro de que el problema es mi celular. Yo creo que tiene micrófonos ocultos». Desde el otro lado de la línea, Artemy Troitsky (59) ríe con ganas. Es la cuarta vez que «El Mercurio» llama a su móvil en Moscú para iniciar la entrevista, pero los tres intentos anteriores se cortaron súbitamente a los dos minutos. «El servicio secreto nunca duerme, pero ¿qué le voy a hacer?». Minutos después, envía un nuevo teléfono -ahora de red fija- desde su correo electrónico. Y, esta vez, la llamada no tiene problemas.

Considerado por el diario «The New York Times» como «el principal crítico ruso de rock» en los 80, Troitsky ha incomodado por cuatro décadas a las autoridades de su país. Desde la época de la Unión Soviética, este periodista y académico contribuyó a que la música -y particularmente el rock- eludieran la censura y pavimentaran el fin del régimen comunista, al menos, «de una forma emocional». En los 70 fue el primer periodista especializado en escribir sobre rock en revistas, el primer DJ en Moscú y el primero en instalar una discoteca en su universidad; además, en 1986 fue uno de los artífices de «Account No. 904«, un festival para recaudar fondos para las víctimas del desastre de Chernobyl.

troistsky2En la actualidad, Troitsky está radicado en Estonia y conduce tres programas de radio en tres ciudades distintas . Férreo opositor a la gestión de Vladimir Putin, Troitsky también es profesor de la Universidad de Tallin (Estonia), Helsinki (Finlandia), King’s College (Inglaterra) y la Universidad Estatal de Moscú, aunque admite que pronto dejará esta última «porque quisieron controlar mis clases. No les gustaron algunos invitados que había traído a mis exposiciones e insistieron en que debía seguir sus reglas. Y a mí no me gusta seguir las reglas de nadie».

-A propósito del caso de la banda Pussy Riot, ¿cuál es el mayor problema que enfrentan los músicos rusos hoy?

«El mayor problema es la censura. Desde finales de los 80 y los tiempos de la glásnost no hubo censura. Pero hoy sí existe y muchas muestras culturales de oposición son simplemente prohibidas. Y no solo en la música, también en el teatro y la literatura».

-En una entrevista decía que la Rusia de Putin se asemeja a la década del 30, el período más duro del estalinismo. ¿Por qué?

«Hay algunas cosas que son bastante similares, pero también otras diferentes. Lo peor que veo ahora es la atmósfera general en el país y la sociedad. Es muy agresiva, muy paranoica, los enemigos están en todos lados. Solo nosotros en Rusia somos buenas personas y, para probar que somos buenos, invadimos países vecinos. Bajo el mandato de Putin, obviamente, no hay un derrame de sangre como ocurrió en los años 30. Pero la atmósfera es muy paranoica, por eso un montón de gente simplemente está emigrando».

-¿Es Rusia un país totalitario?

«Es definitivamente un país autoritario y no democrático. Un país totalitario significa control total y en Rusia todavía no tenemos eso. Un montón de personas todavía son libres de hacer lo que quieren, tenemos un movimiento opositor en la política y reuniones de protesta. Todo eso no habría sido posible en la Unión Soviética. Lo mismo para los medios de comunicación: la mayoría de la prensa está controlada por el Estado -especialmente la televisión-, pero todavía tenemos un canal, una radio y un par de diarios y revistas que muestran un punto de vista político de oposición. Ellos están constantemente bajo ataque y han sobrevivido heroicamente. Cuando los cierren, creo que Rusia se convertirá en un verdadero país totalitario. Todavía tengo la esperanza de que eso no suceda, aunque la tendencia es mala».

De Praga a Moscú

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Nacido en 1955, Troitsky llegó al mundo el mismo año que Bill Haley & His Comets lanzaron su éxito «Rock around the clock». Cuando tenía ocho años, su familia se trasladó a Praga, por aquel entonces, la capital de Checoslovaquia, y creció en un barrio multicultural. «Mi primer amor fue una compañera de curso chilena llamada Mariana Atias«, recuerda. «Solíamos intercambiar correos electrónicos hasta hace dos o tres años. Todavía espero que, después de cincuenta años, podamos reunirnos algún día».

En el otoño de 1963, Troitsky descubrió la música rock a través de un amigo francés, quien tenía una pila de sencillos de The Beatles, The Beach Boys y varios cantantes galos de la generación yé-yé. «Desde ese día, mi vida fue en clave de rock and roll», asegura. «En 1968, cuando volví a Moscú, no conocía a nadie y fueron tiempos muy difíciles. Pero, paso a paso, empecé a asistir a conciertos e introducirme en el mercado negro».

Por aquel entonces, adquirir un vinilo nuevo de una banda extranjera en la URSS era casi prohibitivo. Troitsky recuerda que un disco podía costar 60 rublos en el mercado negro, en una época donde el sueldo promedio de un trabajador era de 120 rublos. Pese a esto, la banda sonora de la juventud rusa fueron The Beatles, cuyo impacto fue muy superior al de figuras como Elvis. «La razón más importante es que el rock americano era demasiado exótico para los rusos. Mientras que la música de Los Beatles era mucho más melódica y europea».

troistky4-¿Cuáles eran las fuentes para acceder a ese tipo de música?

«En la Unión Soviética de aquella época la música rock era prohibida en todos lados. Estaba prohibida en las radios, los discos no se vendían en las tiendas y, por supuesto, no estaba en la televisión. Todos los medios que la cubrían lo hacían a través de artículos satíricos que hablaban sobre lo horrible que era y la llamaban ‘música para monos’. La única forma de escucharla era a través de radios extranjeras -como la BBC y Voice of America– o comprar discos carísimos en el mercado negro. El rock estaba totalmente fuera del campo cultural oficial del Estado».

-¿Cómo llegó a ser el primer DJ de la Unión Soviética?

«Eso ocurrió debido a mi experiencia en Praga. Ellos tenían discotecas y eran algo normal, pero en Moscú no había nada parecido a eso. Yo y Sasha Kostenko -un compañero de clase en Praga- decidimos empezar con una discoteca en la Universidad Estatal de Moscú. Era el otoño de 1972 y definitivamente fue la primera de la ciudad. Era muy divertido porque la gente nunca había escuchado esta palabra. A veces venían cuando estaba poniendo música y me decían ‘me gustó mucho la canción que pusiste antes. Quiero llevarme el disco’. Y yo les respondía: ‘no, no puedes. Es mío y me costó muy caro en el mercado negro’. Y ellos decían: ‘¡pero esto se llama discoteca!’. Como la palabra sonaba parecido a ‘biblioteca’ pensaban que podían llevarse los discos a la casa, igual que los libros».

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-¿Era riesgoso organizar esas fiestas?

«En ese tiempo no era peligroso. ¿Por qué la policía se iba a preocupar por chicos jóvenes que solo estaban bailando? Pero, en el otoño de 1974, tuve que dejar de poner música. Esto no fue por culpa de la policía, sino por la censura. Después de mi discoteca surgieron otras discos en la universidad y la Joven Liga Comunista decidió controlarlas. Un joven ordenó que debía enviarle la lista de canciones y ellos iban a decidir lo que podía tocar o no. Y yo les dije que no iba a continuar bajo esa presión».

-¿Cómo sufrió la represión en los 80?

«Los 80 fueron un período muy inusual y dramático en la Unión Soviética. La primera mitad -entre 1980 y 1985- fue la agonía del régimen. Teníamos la guerra en Afganistán, la economía estaba colapsando, los estándares de vida estaban cayendo y también los secretarios generales del Partido Comunista morían año tras año. Solo con la llegada de (Mijaíl) Gorbachov se inició un nuevo capítulo en la historia. Lo interesante es que esa primera mitad también fue un período muy oscuro para el rock ruso. Las bandas eran fuertemente atacadas por la autoridad, había listas negras y muchos músicos fueron encarcelados. Yo también estuve en esas listas negras y me prohibieron escribir mis artículos; pero, al mismo tiempo, fue un período muy fértil, porque varias de las canciones clásicas del rock ruso fueron escritas en este período».

La amenaza para Putin

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Apoyados por una industria completa de casetes grabados a un nivel casero y underground , bandas locales como Aquarium, Kino (foto), DDT y Time Machine eran las más populares en la Unión Soviética de los 80. Pero, en los 90, la mayoría de los grupos rusos atravesaron una crisis de identidad. «En muchos aspectos, el rock ruso de los 80 había sido inspirado para combatir el régimen soviético, pero a finales de esa década ya no había KGB, ni ministro de Cultura, ni Joven Liga Comunista y ya no había mucho contra lo cual protestar», afirma Troitsky.

-¿Hoy Putin tiene apoyo en los segmentos más jóvenes?

«El electorado de Putin son personas de mediana edad y personas mayores que, simplemente, tienen miedo a los cambios. Obviamente, los jóvenes son más aventureros y Putin no es muy popular entre ellos. Tuvimos un gran movimiento de protestas el 2011 y 2012, pero después fue brutalmente aplastado y un montón de personas fueron arrestadas y encarceladas. Ahí tienes las historias de Pussy Riot y Alexei Navalny. Muchos están decepcionados con el movimiento de protesta y dicen ‘no podemos hacer nada. Estamos sin esperanza'».

putin-¿Cuál es la mayor amenaza para el gobierno actual?

«La mayor amenaza es una posible división en las élites, que están disgustadas con lo que está pasando en el país. Ellos ven que la economía está colapsando, que están perdiendo dinero y que Rusia está cada vez más aislada. Ellos quieren viajar, disfrutar una vida jet-set , vivir en pueblos al sur de Francia, mandar a sus hijos a colegios en Inglaterra y universidades en Estados Unidos, pero hoy no pueden hacerlo porque eso es considerado malo y antipatriótico. Se sienten muy frustrados».

-¿Cómo visualiza el futuro de Putin?

«No lo sé, no soy un politólogo. Mi sentimiento es que no durará mucho, uno o dos años. Esto depende, en gran parte, de lo que está haciendo. Putin cometió un gran error al iniciar la guerra en Ucrania. Creo que está arrepentido, pero se encuentra atrapado en esta guerra. Si sigue cometiendo errores, esto se va a terminar muy rápidamente debido a las crecientes sanciones económicas. Si los precios del petróleo y el gas siguen cuesta abajo, esto puede significar un colapso total en la economía rusa. Pero, ciertamente, no puedo predecir lo que va a pasar».

De Chile y Rusia

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La conexión chilena : «A comienzos de los 70, Chile era un país muy familiar para Rusia, cuando era gobernado por Salvador Allende. Tuvimos una ópera rock llamada ‘Stadium‘ (‘Estadio’, en español, escrita por el compositor y cantante Alexander Gradsky) que estaba dedicada a las personas que fueron detenidas tras el golpe de Pinochet. Además, soy hijo de Kiva Maidanik, el mayor experto en Latinoamérica que tuvo la Unión Soviética. Él estuvo en Chile, conoció al Che Guevara y Fidel Castro, e hizo clases en Sao Paulo y Caracas«.

Abajo las guitarras : «La KGB y las autoridades soviéticas, en general, se empezaron a preocupar de la música rock recién a finales de los 70 y comienzos de los 80. Para ese entonces, las bandas rusas de rock empezaron a escribir sus propias canciones y estas no eran muy correctas desde el punto de vista ideológico. No diría que eran abiertamente políticas o anticomunistas, pero eran canciones honestas que hablaban de los problemas de la gente joven, como estar solo, y sobre alcohol, drogas y sexo. Y esto era completamente inaceptable en el contexto de la cultura soviética oficial».

El nuevo héroe de la contracultura rusa : «Petr Pavlensky es el más poderoso. Él vive en San Petersburgo y es un artista que hace performances absolutamente escandalosas y valientes. ¿La más difícil? Fue a la Plaza Roja de Moscú, se desvistió y se clavó sus testículos sobre el suelo de piedra. Él la llamó ‘Fijación‘ y dijo que su acción simbolizaba la naturaleza inactiva y condenada de la sociedad rusa bajo un poder autoritario. Obviamente, la propaganda rusa considera a Pavlensky como un loco y un enfermo, pero yo lo conozco personalmente, y te puedo decir que él es más inteligente que todos sus críticos».

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