El mes pasado tocó con Tom Morello (Rage Against The Machine) y Chad Smith (Red Hot Chili Peppers). Esta es la historia de Roberto “Ra” Díaz, un prodigioso bajista chileno que cumplió el sueño de actuar con sus héroes y ser una pequeña estrella del firmamento rockero. Guillermo Tupper.
(Artículo publicado en el cuerpo Vidactual de El Mercurio. Noviembre del 2014).
En octubre pasado, Tom Morello –el guitarrista fundador de Rage Against The Machine- recibió el premio “Spirit of Courage” de Courage Campaign, una organización que premia anualmente a diversas personalidades por su activismo y conciencia social. La ceremonia se realizó en el House of Blues de Los Angeles (California) y Morello cerró la fiesta con una banda de amigos que se armó sobre la marcha y sin ensayos previos. Entre ellos, Chad Smith –baterista de los Red Hot Chili Peppers-, Miles Solay –vocalista de los neoyorquinos Outernational- y Roberto “Ra” Díaz, un bajista chileno de 30 años, fan a ultranza de los Chili Peppers y quien había conocido a Solay en una gira anterior por Estados Unidos.
“Estábamos en el camarín y, media hora antes que toquemos, aparece Chad Smith”, cuenta Díaz. “Él se acordaba de mí, porque nos vimos hace poco en México y siempre nos vemos en eventos de marcas en Los Angeles. Le dije ‘qué bueno que vamos a tocar, para mí es un honor’. Y me lleva para un lado y dice pa’callao: ‘oye, y ¿te sabes las canciones? Yo no tengo idea, así que necesito que me guíes’. Y yo le respondí: ‘no quiero sonar psicópata, pero llevo treinta años esperando que me digas eso’”.
Esa noche, Díaz cumplió el sueño de toda su vida. Parado junto al bombo de la batería, iba marcando el ritmo a uno de los héroes de su infancia. Cuando llegaron al camarín de vuelta, el propio Morello los fue a buscar para que se sumaran a una última canción. “En el escenario estaban Boots Riley, Wayne Kramer de MC5, miembros de Black Flag y yo decía ¿qué hago parado en la mitad de esto?”, dice Díaz. “Fue súper emotivo. Después fuimos a un after-party con ellos y todos me felicitaban y decían ‘¿de dónde saliste? Nunca te habíamos visto’. De vuelta, iba manejando a la casa y no entendía lo que había pasado”.
Lejos de las luces, Roberto “Ra” Díaz es un músico chileno que se codea a diario con las figuras rockeras del primer mundo. Radicado en Los Angeles, su agenda siempre está copada de sesiones y conciertos: acaba de grabar con Billy Graziadei de Biohazard y Eric Bobo de Cypress Hill; toca con el guitarrista Ash Jangda –colaborador de gigantes del hip-hop como Wyclef Jean-; y es parte Where The Light Is, un colectivo integrado por varios músicos de la ciudad. Además, integra el grupo de Rick Thorne –campeón mundial de BMX- y una banda rockera llamada Franklin Manor, con la que probablemente se vaya de gira a Japón en febrero próximo.
“Mucha gente me ha dicho que debería empezar con mi propia banda”, admite. “Pero yo disfruto caleta el tocar para otras personas. Más que sentarme a componer, me gusta decir ‘¿esta es tu canción? Yo te la voy a hacer sonar mejor’”.
Conexión Red Hot
“Ra” Díaz tenía diez años cuando sus padres le regalaron una guitarra eléctrica a su hermano mayor. Y eso despertó por primera vez sus ganas de tocar un instrumento. Empezó aporreando una batería pequeña pero, al poco tiempo, se inclinó por el bajo. “Yo era bien fanático de los Chili Peppers y Suicidal Tendencies, que son bandas que tienen caleta de bajo”, recuerda. “Molesté a mi familia por un año hasta que, finalmente, me compraron uno. La única condición que me pusieron fue: ‘si te vamos a comprar un bajo, que valga la pena’”.
Su fanatismo por los Red Hot Chili Peppers se remonta a los siete años, cuando vio por primera vez el videoclip de “Higher Ground”, el cover que la banda hizo para el clásico de Stevie Wonder. “En el video aparecen hartos colores, gente poniendo caras raras y cosas medias psicodélicas. Nunca había visto algo así fuera de un monito animado y dije ‘quiero hacer eso’”, admite. “En el colegio, tuve una banda llamada Wazu y que era básicamente un tributo a los Chili Peppers. Nos dedicamos todo un verano, desde diciembre a marzo, a ensayar todos los días y sacar las canciones”.
En los’90, Díaz fue uno de los primeros chilenos en ingresar al fan club oficial de la banda californiana, una organización dirigida por Blackie Dammett, el padre del vocalista Anthony Kiedis. Y, a través de él, pudo contactar al hermano de Hillel Slovak, el guitarrista fundador del grupo y que murió tras una sobredosis de heroína en 1988. Durante un viaje familiar que hizo a Los Ángeles (California), Díaz pudo ir a su casa y forjó una amistad que dura hasta hoy. En 1999, cuando la banda visitó por primera vez Chile, agarró su bajo y tomó un bus desde Viña del Mar a Santiago con un objetivo fijo: conocer a sus ídolos, que alojaban en el hotel Sheraton.
“Fuimos con un amigo y nos sentamos en un sofá al lado del ascensor del hotel. Llevábamos una hora esperando, cuando saqué el bajo y me puse a tocar de aburrido. Y de repente siento el ruido del ascensor y una voz en inglés me dice ‘oh, tocas muy bien’. Levanto la cabeza y era Flea (bajista de RHCP)”, recuerda, entre risas. “En eso, se me ocurre regalarle el bajo. Él me dijo que no podía aceptarlo pero, a cambio, lo iba a ocupar en el concierto. En la mitad del show, me llamó al escenario y casi me da un infarto”.
En los años siguientes, Díaz se convirtió en uno de los bajistas más versátiles y solicitados de la escena local. Además su banda estable, Drogatones, colaboró con Nicole Natalino (ex Kudai), Tiro de Gracia y Funk Attack, entre otros proyectos. Hasta que un episodio lo hizo cambiar de idea. “Había un show tributo a uno de mis artistas favoritos, donde iban a participar un montón de músicos y salió la posibilidad de que yo podía tocar una canción”, recuerda. “Y, por una cadena de mails que me llegó por error, caché que otros dos bajistas que, supuestamente, eran amigos míos pedían que yo no tocara porque les iba a quitar protagonismo. Eso me cayó un poco como patada en la guata. No es que por ese hecho puntual me haya ido de Chile, pero sí me reafirmó hartas cosas con las que tenía sospechas. La gente no es tan bacán como uno cree”.
A los 26 años, Ra Díaz supo que era hora de buscar nuevos rumbos. Y surgió la posibilidad de México, donde ya tenía varios amigos músicos. “Fue súper express”, dice. “Lo hablé un jueves con mi familia y el martes me fui”.
El sueño de la gaviota
Díaz llevaba dos días en México cuando salió a un club nocturno y conoció a la rapera Niña Dioz. Ambos se pusieron a conversar porque el chileno llevaba un gorro de Public Enemy. “Cuando la conocí, no tenía idea quién era”, admite. “Ella justo andaba buscando un bajista, intercambiamos teléfonos y, cuando la googleo, me di cuenta que tenía videos con millones de visitas. Ese mismo fin de semana toqué por primera vez con ella, sin conocer las canciones, y en un programa de la tele”.
Como miembro estable de la banda de Niña Dioz, Ra Díaz se quedó por tres años en México. En paralelo, se fue de gira con los argentinos Timmy O’Tool, tocó con La Banda Bastön –una de las agrupaciones hip-hop más importantes de México- y participó en festivales como el Vive Latino mexicano junto a Ritmo Machine, el proyecto de Latin Bitman y Eric Bobo. “Viajaba bien seguido a Los Angeles con Niña Dioz y me di cuenta que la música que se toca en la ciudad es mucho más cercana a lo que a mí me gusta, que va por el lado del hip-hop y (el sello) Motown. Mucha gente me empezó a decir, ‘¿por qué no te vienes a Los Angeles? Nosotros te ayudamos’. Y me metieron tanto el bicho en la cabeza que la hice”.
En el camino, el chileno sumó varios auspicios de marcas de ropa e instrumentos musicales. En marzo del 2013, cuando los Red Hot Chili Peppers andaban de gira por México, volvió a encontrarse con Flea y esta vez sí le obsequió su bajo. “Le conté que ahora estoy auspiciado por bajos Spector y que no lo necesito para aprender a tocar. Quería donarlo a su conservatorio de niños –el Silverlake Conservatory of Music- para que en un futuro lo venda o subaste y ocupe ese dinero para el conservatorio”.
-¿Te queda un sueño pendiente?
-Me gustaría tocar en el Festival de Viña. Soy de Viña y crecí muy cerca de la Quinta Vergara. Sería muy bonito tocar en mi ciudad y frente a mi familia.