Christopher Murray: El cine de la reflexión

Con apenas 29 años, es uno de los cineastas locales más lúcidos y con mayor poder de convocatoria de su generación. Luego de recibir elogios y premios por el documental «Propaganda», hoy prepara un proyecto de formación y un nuevo largometraje ambientado en la zona norte del país. Guillermo Tupper.

(Artículo publicado en el cuerpo Vidactual de El Mercurio. Septiembre del 2014)

murray

Cuando iba en el colegio, Christopher Murray era un alumno con inquietudes humanistas cuyo objetivo era estudiar filosofía o sociología. Pero, al llegar a cuarto medio, tuvo una sensación de claustrofobia por elegir un trabajo demasiado aislado e individual. Como sus intereses artísticos también eran amplios, hizo un par de cortometrajes amateur con amigos y, después de verlos, sintió que había un camino. «Me di cuenta que lo audiovisual era una herramienta de reflexión y tenía un trabajo de terreno con personajes y espacios reales. Y esa sensación de aventura me pareció súper alucinante», dice.

Esa misma búsqueda llena de riesgo fue la que, casi diez años después, lo inspiró a hacer un documental colectivo que estuviese centrado en la observación de un proceso país. Y la instancia elegida fueron las últimas elecciones presidenciales. Con un seguimiento a cinco de los nueve candidatos (Bachelet, Matthei, Parisi, ME-O y Miranda), Murray convocó a dieciséis realizadores en torno a una pregunta común: cómo los presidenciables lograban seducir y dialogar con una ciudadanía cada vez más demandante y exigente. «Y nos fuimos dando cuenta de esa fractura que, a veces, es un diálogo de sordos», dice.

propagandadocEl resultado fue «Propaganda», un elogiado documental que -en su mes de exhibición- llevó a tres mil espectadores al cine y registra, a través de momentos elocuentes, las distintas caras de un proceso electoral. El interés por la cinta traspasó fronteras: en mayo pasado, ganó el premio del jurado en el Festival Visions du Réel y, en los próximos meses, Murray viajará a mostrarlo a Noruega, Italia, Argentina y Perú. «‘Propaganda’ era una forma de sacudir no solamente al ciudadano y la clase política, sino de hacernos la pregunta respecto a cuál es la democracia que queremos construir», afirma. «Esa mirada ha generado un interés antropológico y dialoga con un malestar social que no involucra solamente a Chile».

El sello y la mirada de «Propaganda» surge como la extensión natural de  MAFI.tv, la plataforma audiovisual creada en abril del 2012 y que tiene a Murray como uno de sus fundadores. Concebida como un «mapa fílmico de un país», el sitio congrega pequeños videos con cámara fija y sonido directo que invitan a reflexionar acerca del presente de Chile. ¿Ejemplos? Una pelea de perros en Dichato post-terremoto, un hombre amenazando de muerte a su mujer en un bar de Colina o la eufórica celebración de un gol en la galería de la U. «MAFI es un proyecto de hallazgos, de detenerse a mirar y valorar lo observado», afirma. «En un momento histórico donde lo audiovisual tiene un terreno tan grande, hay que dar una batalla por la imagen significativa y reivindicar su valor en el sentido más puro. Esa es la apuesta».

 

El cine como camino

Para Murray, su objetivo principal es levantar instancias de discusión que trasciendan los círculos del cine. Por eso, cuando entró a estudiar Dirección Audiovisual en la Universidad Católica, se inscribió en ramos de filosofía para nutrir su discurso. Y su primera escuela como realizador fueron los videoclips. Con su partner Ignacio Rojas creó «El Buen Tiempo», la firma creativa detrás de videos de Gepe, Francisca Valenzuela y Teleradio Donoso. «Se dio una coyuntura de una escena musical emergente que necesitaba aliados en el área audiovisual y que también fueran independientes», recuerda. «Pero fui bien radical: cuando hice el video de ‘Qué Sería’ de la Fran Valenzuela sabía que era el último, porque quería dedicar mi energía a otros proyectos».

aficheCon la idea de evitar los típicos cánones de un proceso audiovisual, Murray viró al largometraje con «Manuel de Ribera», una película codirigida con Pablo Núñez y que dialoga con los espacios y personajes reales de una isla ubicada en la mitad del archipiélago de Calbuco. Escrita, filmada y montada a tiempo real, el filme ganó la versión 2010 de Sanfic y le permitió viajar por primera vez a festivales del extranjero. «Yo la considero mi obra de titulación de la universidad», afirma. «Cuando la hice, ni siquiera sabía lo que eran los festivales de cine. Eso es una ingenuidad muy hermosa, porque muchas veces las dinámicas comerciales e industriales contaminan la vitalidad de hacer cine».

La agenda inmediata de Murray incluye varios proyectos importantes. Entre ellos, un largometraje que cuenta la historia de una peregrinación por el desierto de Chile y la Escuela MAFI, una iniciativa de formación donde planea viajar por distintas zonas del país y generar encuentros con realizadores. «A mí me da la impresión que muchas veces el documental va más rápido y es más arriesgado que la ficción», dice en relación a la nutrida camada de directores locales que incluye nombres como Maite Alberdi y José Luis Sepúlveda. «Veo un campo muy rico respecto a la diversidad autoral y el riesgo. Y eso es muy inspirador».

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