El hombre más rápido del mundo reflexiona acerca de su retiro, la posibilidad de bajar los 19 segundos en la prueba de 200 metros y se desmarca de los casos de dopaje en el atletismo. Guillermo Tupper, desde Kingston (Jamaica).
(Artículo publicado en Deportes de El Mercurio. Marzo del 2016)
Usain Bolt (29) recuerda como si fuera hoy el triunfo más importante en su vida. Ocurrió en el Campeonato Mundial Juvenil de Kingston, el 2002, cuando, con apenas 15 años, disputó la prueba final de 200 metros ante rivales que tenían hasta tres y cuatro años más que él. En las horas previas a la carrera, Bolt entró en un estado de pánico: se puso a llorar y confesó a sus más cercanos que no se sentía capaz de batir al resto de los competidores. Persuadido por su madre y su abuela, el oriundo de Sherwood Content no solo fue, corrió y ganó. También se convirtió en el campeón más joven de la historia en el torneo, una marca que solo sería batida por el neozelandés Jackson Gill en 2010.
«Ese fue uno de los momentos que me definió y cambió para ser la persona que soy hoy», señala Bolt, sentado sobre un improvisado escenario en el gimnasio de la Universidad de las Indias Occidentales, en Kingston. «Nunca había estado tan nervioso en toda mi vida como esa vez, cuando me expuse frente a miles de personas. Empezaron a cantar mi nombre y fue como ‘ok. Ellos realmente quieren que gane’ (sonríe). Si yo podía vencer a mis propios nervios, entonces podría competir siempre frente a extraños. No conocía a nadie de los que estaba en el estadio, salvo a mis padres y un puñado de fans jamaicanos. Gané la carrera y, desde ese momento, me resulta fácil competir contra cualquiera».
A partir de ese hito, Bolt fue construyendo su leyenda gracias al fuego de su espíritu competitivo y un carisma que le permite sobrellevar con relajo las exigencias de una súper estrella. En la misma semana en la que Jamaica se paraliza ante los «Champs» —los tradicionales campeonatos escolares que ven nacer a las futuras estrellas locales de la pista—, el hombre más rápido de la historia recibe a decenas de medios de prensa en el relanzamiento de la tecnología DISC de Puma y su versión para la pista de rekortán, las evoSPEED DISC Spike, unas estilosas zapatillas de clavo con las que correrá en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. Una cita en la que Bolt podría convertirse en el primer atleta de la historia en ganar la «triple-triple»: es decir, medalla de oro en 100 metros, 200 metros y relevo de 4×100 en tres Juegos Olímpicos consecutivos.
En el último tiempo, las lesiones no han dejado tranquilo al velocista. La última de ellas fue en enero pasado, cuando se dobló el tobillo bajando por unas escaleras y debió suspender los entrenamientos por casi todo ese mes. Hoy lucha por recuperar su mejor forma con trabajos diarios en doble jornada. «Desde Beijing 2008, creo que he madurado y he aprendido mucho en la pista. Me volví más fuerte mentalmente y creo que también mejoré como persona. He tenido que pasar por muchas lesiones, conflictos, decepciones y triunfos», señala. «Mi objetivo para Río es defender mis títulos y llegar en la mejor forma física de mi vida para bajar la barrera de los 19 segundos (en los 200 metros). Esa es una mis grandes metas y este es el año para hacerlo, porque será muy intenso y habrá grandes competidores».
— ¿Estos serán sus últimos Juegos Olímpicos?
«Sí, definitivamente serán los últimos».
—¿Por qué no se proyecta hasta Tokio 2020?
«El tema es que ir a otros Juegos Olímpicos son cuatro años más. Si logro que lo quiero en Río, la motivación para permanecer en el deporte y trabajar duro año tras año para llegar a Tokio… será muy duro. El dinero no lo es todo, ¿sabes? Te levantas cada mañana, vas a la cancha y necesitas tener una meta, algo por lo cual quieras trabajar. Y si ya logré todas mis metas, no hay razones para permanecer en el deporte. A veces puedes decaer, empiezas a perder y eso daña todo el trabajo que hiciste por años».
—¿No descarta la opción del retiro?
«Una vez conversé con Michael Johnson y le pregunté: ‘¿por qué te retiraste cuando estabas en lo más alto?’. Y él me respondió: ‘no había nada más que pudiese hacer en el deporte’. Y, para ser honesto, sé a lo que se refiere. Levantarse todas las mañanas, ir al gimnasio, venir acá todas las noches (mira la pista)… cuando ya lo conseguiste todo, es difícil mantener el entusiasmo. Nunca he dicho que me quiero retirar después de los Juegos Olímpicos. Inicialmente, dije que quería hacerlo después del 2017, pero mi entrenador (Glen Mills) me dijo que me tomara un plazo de un año para resolver si continuamos. Hay que ir temporada por temporada y ver cómo me siento. Cuando yo sienta que llegó el momento de retirarme, lo haré».
—¿Quién será su rival más duro en Río?
«No lo sé. La temporada aún no ha comenzado, por lo que no sabemos quién está corriendo rápido. Vi a este tipo de Sudáfrica (Wayde van Niekerk), que hizo 9,9 a comienzos de temporada. Para mí, él es muy bueno. Mira lo que pasó en el último Campeonato Mundial: nadie predijo que los dos jóvenes (el estadounidense Trayvon Bromell y el canadiense Andre De Grasse) iban a conseguir medalla de bronce. Yo entreno duro para enfrentarlos a todos».
El camino hacia el olimpo
En agosto pasado, Bolt confirmó su supremacía en el Mundial de Atletismo de Beijing. Un certamen que quedó en la retina por dos momentos: su infartante victoria sobre Justin Gatlin en la prueba de 100 metros (lo superó por apenas una centésima de segundo); y la insólita colisión con un camarógrafo que lo mandó de espaldas al suelo. «Estaba muy choqueado”, cuenta, entre risas. “No sabía que había ocurrido, solo pensé: ‘mis piernas fueron golpeadas bajo las rodillas’. Cuando me ocurren cosas malas, siempre digo: ‘podría ser peor’ (risas). La gente pensó que fue divertido por un rato y lo bueno es que no salí herido. Esa fue la clave. ¿Si me enojé? No, nunca. Si pasaba antes de la carrera, hubiese sido muy diferente».
—Desde hace mucho tiempo usted es el número uno y el resto de los atletas trata de alcanzarlo. ¿Hubo algún período de su carrera en que usted fue el escolta y trató de superar a alguien más?
«Sí. Cuando empecé a competir profesionalmente, a eso de los 20 años, no estaba tan motivado. Quería ser el mejor, pero no trabajaba tan duro para serlo. Para mí, Tyson Gay era el máximo referente, él siempre competía para ser el número uno. Recuerdo que no fue hasta el 2007 que decidí ser el mejor y ahí es cuando todo cambió. Ese año pensé que podía ganar el Campeonato Mundial. Corrí lo que más pude, llegué segundo (Gay lo derrotó en los 200 metros), me acerqué a mi entrenador y él me dijo: ‘no estás trabajando duro, necesitas ser más fuerte’. Y ese fue el momento donde decidí esforzarme, poner todo mi corazón en esto y ser el mejor atleta».
—Alguna vez sostuvo que quería ser tan grande como Muhammad Ali o Pelé. ¿Siente que ya llegó a ese panteón o aún le falta camino?
«Creo que estoy casi en ese lugar. Los próximos Juegos Olímpicos van a determinar si seré el más grande. Si logro la ‘Triple triple’, algo que nadie ha hecho antes, definitivamente va a ser algo grande. Defender mis títulos y bajar la barrera de los 19 segundos (en los 200 metros) van a ayudar a llevarme a ese lugar».
—¿Qué viene después del retiro? ¿Sigue en pie la idea de jugar en Manchester United?
«Una de mis actividades favoritas es jugar fútbol. Creo que soy bueno: siempre juego de delantero y marco muchos goles. No estoy muy contento con el Manchester United en estos momentos (nota de la redacción: Bolt es fanático de los Diablos Rojos). La temporada está prácticamente terminada y, personalmente, creo que Louis Van Gaal no es un técnico para el club. ¿El anhelo de jugar por ellos? Siempre he dicho que me gustaría vestir su camiseta. Sería un sueño hecho realidad si me dan la oportunidad».
Memorias de Sherwood
Bajo un soleado y ventoso día en Kingston, Bolt se muestra de muy buen humor. El día anterior subió una foto a su cuenta de Instagram donde anunció que es el flamante padrino del primogénito de Nugent Walker, su asistente personal y uno de sus mejores amigos. «Para mí fue genial. Mucha gente me pide ser el padrino de sus hijos, pero yo siempre decía ‘no, no puedo serlo hasta que mi amigo, ‘NJ’ Walker, tenga a su primer hijo’”, dice. “Lo tuvo, me eligió como su padrino y ahora miro hacia adelante, cuando llegue el momento en que yo también me convierta en padre».
—Usted nació en Sherwood Content, un pueblo muy pequeño, al igual que Bob Marley (Nine Mile). ¿Qué cosas aprendió de ese lugar?
«Muchas cosas. La forma en la que soy hoy se debe al lugar en el cual crecí. Era una zona muy humilde y quitada de bulla, con gente amable y muy cortés. Mi ética de trabajo y todo lo demás tiene que ver con el lugar en el que nací. Fue un pueblo ideal para crecer. No cambiaría nada de esos años: solíamos escalar árboles, jugar críquet y fútbol en la calle, después ibas al río y te podías relajar en un entorno rodeado de naturaleza. Lo disfruté mucho».
—Cuando niño practicaba críquet y fútbol. ¿Qué lo hizo optar por el atletismo?
«Yo soy un amante del críquet desde siempre. Mi papá era un fan acérrimo de ese deporte. Cuando empecé a practicar con mi entrenador de críquet, él me introdujo al atletismo. Una vez que llegué a un nivel donde tenía que elegir entre uno de las dos, mi papá me dijo que optara por el atletismo, porque este es un deporte individual y, si trabajas duro por tu cuenta, era mucho más fácil lograrlo. A veces, los políticos se entrometen en los deportes de equipo, así que me dijo que mejor siguiera corriendo. Creo que fue una buena decisión (risas)».
—¿Y cómo surgió la posibilidad de correr los 100 metros?
«El 2007 hice un trato con mi entrenador: si me permitía correr un evento de 100 metros y lo hacía bien, correría esa distancia y no los 400 metros. Él no estaba muy convencido, pero me dejó hacerlo y cronometré 10,03 (en Grecia). Así empezó todo”.
—¿Cuál cree es el tiempo más corto en el cual un atleta puede hacer los 100 y 200 metros?
«Yo siempre he dicho que 9,4 es el límite que puede alcanzar una persona (en los 100 metros). Y siempre he estado abierto a que bajar los 19 segundos (en los 200) es posible».
—Sus récords mundiales en ambas pruebas (9,58 en 100 metros y 19,19 en los 200) están vigentes desde hace siete años. ¿Ve a alguien capaz de superarlos?
«Va a ser una tarea difícil. Fue duro para mí llegar hasta ese lugar. Tal vez en el futuro, ojalá no en el corto plazo, sea factible (sonríe)».
«El doping es duro y triste»
El semblante de Bolt cambia radicalmente cuando le preguntan por los recientes casos de doping que arrecian el mundo del atletismo. Estos van desde la red de dopaje de los atletas rusos encubierta por su federación hasta las suspensiones de sus rivales más enconados como Tyson Gay y Justin Gatlin. «Para mí es muy duro y triste. Cada vez que damos dos pasos para adelante, vienen tres pasos hacia atrás. Es muy lamentable para nuestro deporte. Pero todo lo que puedo hacer es seguir corriendo rápido y educar a los atletas más jóvenes de que pueden hacerlo sin drogas. Solo trabajando duro y tomando la determinación de ser lo más grandes que puedan ser».
—¿Qué le ocurre cuando ve a Gatlin en la pista?
«Si Gatlin compite al lado mío, no me siento de ninguna forma, porque eso significa que la IAAF está bien con eso. Yo no puedo ir contra el reglamento: las reglas son las reglas. Pero no me puedo quejar. Solo tengo que ir y competir contra ellos. Mi foco tiene que estar en dar lo mejor y no puedo estar preocupado de lo que ocurrió en el pasado».
—El atletismo no atraviesa por un momento estelar en Chile. ¿Cuál es el secreto de un país pobre como Jamaica para ser una fábrica de atletas competitivos?
«Yo siempre lo digo: si tienes la posibilidad de ir a los ‘Champs‘, vas a ver la competencia y rivalidad que tenemos incorporada desde pequeños. Esa es la razón por la cual seguimos produciendo tantos atletas. Ahí es donde encontramos a nuestros talentos, porque los entrenadores los preparan para que lleguen a su mejor forma, y esa es la idea de Juegos Olímpicos. Todos los años, y desde cada esquina de la isla, ellos emergen para ganar, dominar y dejar su legado para la posteridad. De verdad pienso que ahí está la base».
Bádminton, natación y fútbol: «Nunca logro ver algún otro deporte en los Juegos Olímpicos, porque la peor parte del atletismo es que siempre es la última disciplina en terminar. Yo corro casi todos los días y, los días en que no lo hago, son para descansar. Siempre trato de observar bádminton y un poco de natación, esos son los dos principales. Y, también, fútbol».
Su sucesor en Jamaica: «A pesar de que este año no participó en los ‘Champs’, Michael O’Hara —el sprinter de 19 años, especialista en 200 metros— corre en un rango muy similar al que yo solía hacerlo, con la zancada rápida y la marcha tranquila. Si trabaja duro y escucha los consejos del entrenador, Glen Mills, será uno de los grandes atletas del mundo en los próximos años».
La lucha contra las lesiones: «A medida que vas creciendo, adquieres la experiencia para saber qué cosas hacer y qué no. Cuando eras joven, te lesionabas, pasaban dos semanas y (chasquea los dedos) estabas de regreso. Ahora me lesiono y me toma un mes y medio volver a mi mejor forma. La parte física es dura, pero ya estoy acostumbrado y sé lo que requiere».
Vencer los nervios: «Amo a los ‘Champs’ y es uno de esos momentos que nunca voy a olvidar en la vida. ¿La efervescencia del público? Depende mucho del colegio del cual provengas. Yo soy del William Knibb, por lo que, cuando competí, el apoyo no estaba realmente en el estadio, como sí ocurre con Kingston College, Calabar y los colegios más grandes. Pero, cuando sales ahí, y la energía del estadio se vuelve ruidosa, te puede poner muy nervioso o muy excitado. A veces solía ponerme muy tenso pero, con el paso del tiempo, me fui acostumbrando a la multitud y la energía. Después de eso me encantaba salir a correr, porque quería demostrar que soy el mejor en lo que hago».
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